Carlos Durán es sobre todo un cocinero de esos que saben lo que hacen. En su antiguo Charlie Champagne y tras aquella estética entre el clandestino canalla y la gastrotaberna o el bistró, elaboraba una cocina diferente y única, difícil de clasificar pero siempre convincente y satisfactoria. Desde el pasado mes de agosto, Carlos dejó aquel local para mudarse a un contiguo local, mucho más amplio donde poder seguir ofreciendo lo mejor de su repertorio.
El nuevo local llama la atención por sus diferentes estancias. El suelo de mármol ajedrezado y una estética cálida y acogedora convierten al nuevo Charlie Champagne en el marco ideal para ponerse en manos de Durán y sencillamente disfrutar.
Disfrutar, porque la cocina de Carlos es una cocina no demasiado encasillable como decíamos, pero a lo largo de cada uno de los platos que conforman sus menús, es fácil vislumbrar esa línea de regularidad y buen hacer que caracteriza desde hace mucho a este fantástico cocinero. Cocina de mercado, destellos internacionales, una pizca de fusión y creatividad y buen saber hacer a raudales hacen que cada plato de Carlos Durán sea un compendio de sabores y texturas encaminados directamente a la felicidad del comensal.
Así en nuestra reciente visita comenzamos con uno de sus clásicos, un magnífico taco de foie casero que prepara las papilas para el festín gastronómico que se avecina. A continuación un escabeche de raya con espuma de mar y pera williams impacta directamente en el paladar; explosión de sabores y esa maestría que solo los grandes saben otorgar a sus creaciones. Uno de los mejores platos de Durán a un nivel espectacular.
Seguimos con otro plato de nota, la cococha de bacalao en tempura con huevas de salmón y crujiente de bacalao. Potencia y delicadeza al mismo tiempo en un bocado exquisito que vuelve a confirmar el nivel del cocinero que tenemos delante.
Un delicioso taco de atún en caldo dashi de algas y un "mar y montaña" formado por pularda, vieira y foie servido sobre un cremoso de maíz y coronado de un crujiente de kikos concluyenun menú sencillamente sublime. A los postres y terminado un mesa unas fresas estofadas con dulce de almendra., helado de fresa, cremoso de vainilla y crispis de fresa. Equilibrado y refrescante. Nada más se puede pedir.
Charlie Champagne es de esos lugares que hay que visitar cuando simplemente lo que se desea es -sencillamente- comer muy bien. Olvídense de postureos, de convencionalismos y de rigideces. Pónganse en manos de Carlos Durán y déjense seducir por su extraordinaria cocina. Disfrutarán !!
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