La vida en Madrid satura. Incluso a los que Madrid nos enamora es verdad que Madrid nos mata, en todos os sentidos. Nos mata en el buen sentido su belleza, su dinamismo, su ritmo irrefrenable que hace imposible seguirle la marcha, sus aperturas, sus novedades, su pálpito diario, sus calles y callejas que son el mejor museo que tiene Madrid... Pero no es menos cierto que de vez en cuando hasta la Cibeles (si no fuera por que parece de piedra) se escaparía un par de días, haría las maletas y aunque fuera por un fin de semana, encaminaría sus leones hacia algún paraíso cercano en el que desconectar. Y de eso precisamente va este artículo. Recientemente el cuerpo me pedía DESCONEXIÓN; olvidarme por unas horas de todo y RESPIRAR. El destino fue la poco conocida provincia de Ciudad Real.
Y es que tengo que reconocer que hasta el otro día no conocía absolutamente nada de la provincia de Ciudad Real (salvo a mi querido Andrés Galisteo). Por eso la llegada a una casa rural en el municipio de Alcoba era un plan perfecto de fin de semana. Un pequeño pueblo de poco más de 400 habitantes y una casa rural verdaderamente acogedora y en la que se cuida hasta el más mínimo detalle son suficientes para convertir otro fin de semana en "el fin de semana".
La Posada del Corralón es una pequeña casa rural cuyos propietarios , Raquel y Luis son la perfecta "guinda" a una estancia idílica en todos los sentidos. Raquel es natural de la comarca aunque en sus tiempos trabajó en Madrid; Luis, madrileño de Usera, tuvo negocios de hostelería en la capital trabajando después como taxista. Fue hace diez años cuando esas vueltas que da la vida les llevó a plantearse un cambio radical. Adquirieron un solar en Alcoba y tras dos años de largas obras La Posada del Corralón tomó forma y convirtió un antiguo molino harinero en un paraíso. Cinco pequeñas habitaciones desbordantes de comodidad , un pequeño restaurante para sus visitantes e infinitas dosis de cariño por parte de Raquel y Luis lo convierten en ese remanso de paz y tranquilidad al que tantas veces durante la semana soñamos con evadirnos.
Resultaría inútil contar cada detalle de sus propietarios, los ratos de charla con ellos, todas sus atenciones. Y sería inútil porque desde luego todas estas cosas hay que vivirlas y sentirlas. Pero estoy seguro de que esos desayunos y esas cenas en el patio de La Posada del Corralón, con platos espectaculares tanto de la zona como de fuera (Raquel es una magnífica cocinera que da un punto delicioso a cada uno de los platos), serán inolvidables por mucho tiempo que pase.
La Posada del Corralón se enclava además en pleno Parque Nacional de Cabañeros donde podrás
disfrutar de rutas por unos paisajes inolvidable y de momentos tan únicos como la Berrea, aunque he de decir que nosotros optamos por descansar y desconectar y toda nuestra actividad se redujo a disfrutar de la Posada, de su piscina, de algún que otro paseo por Alcoba y de disfrutar de la gastronomía de un restaurante que Raquel y Luis poseen en Horcajo de los Montes a escasos 15 kms de Alcoba.
El restaurante se llama El Molino de Cabañeros y ocupa lo que en su momento fue una almazara de aceite de la cual se han respetado muchos elementos lo que proporciona la sensación de estar comiendo en un museo, en un museo en que cada plato es una obra de arte.Ofrece una propuesta gastronómica tradicional, de alta calidad, con claro protagonismo
de la cocina mediterránea y una carta de vinos completa.
Destacan los platos típicos de la zona realizados siempre con productos de la misma. Cabe destacar sus gachas con torreznitos (os confieso que adictivas), sus albóndigas de ciervo en salsa con setas que podrías saborear durante horas y una amplia variedad de carnes y pescados.
Cerveza artesana elaborada por el propio Luis, vinos de la tierra, el desbordante cariño de Raquel en cada plato y una casa rural como para quedarse a vivir son motivos más que suficientes para declararse fan absoluto de La Posada del Corralón. A poco más de dos horas de Madrid lo convierten en destino no ya recomendable, sino casi obligatorio.
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