Normandie Ondarreta, el encanto imperecedero

Existen restaurantes en los que al entrar el tiempo parece detenerse. Salones atemporales, servicio de mesa de los de toda la vida, platos imperecederos. Hoy quiero hablarle de uno de ellos, Normandie Ondarreta. Conocí Normandie hace muchos , muchos años. Solía ser una parada habitual cuando con mi familia iba o volvía a Cantabria de vacaciones. Desde entonces han sido innumerables las celebraciones de todo tipo en las que he escogido Normandie por su incuestionable calidad.


Aquel caserón normando de cocina vasco francesa prácticamente sigue igual desde entonces. Pese a su cercanía a la carretera de Burgos, sus amplios y frondosos jardines convierten el lugar en idílico. Es uno de esos restaurantes que tiene un encanto especial tanto en verano como en invierno. En invierno sus salones con chimenea son el lugar perfecto para esa comida de invierno con platos de cuchara, asados y largas sobremesas. En verano, por el contrario, su encanto se transforma y lo realmente apetecible es disfrutar de su porche acristalado o de su terraza ajardinada.


Normandie fue en su origen un restaurante perteneciente a una mujer francesa que vino a España por amor. A la muerte de dicha señora, el Grupo Ondarreta adquirió la finca teniendo el acierto de haber sabido mantener su esplendor.

En cuanto a su cocina, como ya he dicho, tiene una evidente inspiración vasco francesa. Platos como la sopa de cebolla, las ancas de rana a la provenzal (mira que es difícil comer en Madrid ancas de rana), la lubina a la sal, sus tradicionales platos de cuchara en temporada (alubias de Guernica, marmitako, callos...) o el solomillo Wellington los fines de semana, conforman una carta tan amplia como interesante en la que por muchas veces que se vuelva siempre se encuentran platos no probados en ocasiones anteriores.

Una de las cosas me más me gustan de Normandie Ondarreta es su esmerado servicio en sala. La lubina a la sal, desespinada y servida delante del cliente, el steak tartare, elaborado en gueridón a gusto del comensal o las espectaculares crepes suzette flambeadas al Grand Marnier en el comedor, son demostración palpable de un servicio de sala que jamás debiera de perderse y que por desgracia cada vez resulta más difícil encontrar.


Con el paso de tiempo y aprovechando las enormes dimensiones de la finca, Grupo Ondarreta ha construido dos espacios anexos destinados a celebraciones tanto familiares como de empresa, siendo uno de los lugares más especializados en la celebración de bodas en la cercanía de Madrid. Ambos espacios (con capacidades para 150 y 350 personas respectivamente) has sido decorados por el estudio de decoración Alternativa y disponen ambos de entradas de acceso , cocina y parking individuales, con lo que no interfieren en ningún momento en el funcionamiento regular del restaurante.


Sin duda uno de esos lugares que hay que conocer y que jamás defraudan.




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