Medusa, si no arriesgas no ganas

Hablamos a menudo de lo repetitivo de las cartas, de esa cocina clónica en la que visto "el éxito" de algunos platos se apuesta por repetirlos  y repetirlos siguiendo la máxima de "que inventen ellos". Con ello además de un panorama gastronómico de lo más aburrido se consigue que sean pocas las sorpresas. Hay otra máxima mucho más sugerente y es la de que que si no arriegas, no ganas. El riesgo siempre implica peligro, pero cuando se triunfa en esas circunstancias, el sabor del éxito es, a buen seguro, mucho más apetitoso.



Viene todo a esto a cuenta de uno de los últimos restaurantes que hemos visitado. Situado en el siempre bullicioso e interesante Malasaña, Medusa tiene a primera vista ese rollito canalla que no implica ni mucho menos que allí se vaya a comer bien. 

El local se distribuye en dos espacios decorados con gusto. 

Medusa cuenta en sala con Luis Nájera y en cocina con Alberto Vara. Ambos provienen de Quique Dacosta y su labor en Medusa es sencillamente extraordinaria.


Lo más llamativo de Medusa es su propuesta gastronómica.

 En nuestra visita nos decantamos por su menú degustación largo y hay que señalar que es sumamente interesante; y lo es no solo porque la mayoría de los platos resultan atrevidos y diferentes (lo cual ya es mucho), sino porque todos ellos poseen un nivel digno de reseña. 

No es cuestión -nunca solemos hacerlo- de desmenuzar en este post cada plato del menú, sobre todo porque terminaríamos con ese factor sorpresa que conviene dejar intacto antes de conocer Medusa. Sí diremos sin embargo que hay platos como el arroz meloso con suello de cordero y crestas de gallo, el figatell de sepia o el pichón con caviar de setas que tienen evidentes destellos de genialidad.


No obstante, cualquiera de los diez platos que componen su menú degustación son dignos de mención. Muy correcto su vitello tonnato versionado (no vamos a desvelar el fondo de esa versión, pero les va a resultar de lo más curioso), y en un perfecto punto tanto la caballa con espuma de anís y zanahoria, como su taco de salmón con yogur de oveja. Entre los postres, magníficos los dos que probamos; el cremoso de mango con tierra de almendras o un muy conseguido brownie de chocolate.


 No es fácil encontrar en Madrid nuevos restaurantes que alcancen ese nivel y esa regularidad a lo largo de un menú de diez platos.


Sin duda, uno de los descubrimientos de la temporada que habrá que seguir de cerca. No duden en visitar Medusa porque les va a sorprender muy gratamente.

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