Los
que peinamos canas (sí, joder, cada día tengo más blanco el pelo) recordamos
seguro una canción en la que, quienes manejamos desde siempre un inglés
macarrónico, únicamente nos quedábamos con un “aua aua” (a caballo entre la voz de unos marcianos y la tonalidad
de unos castrati) y un estribillo que decía que el vídeo había matado a la
estrella de la radio.
Han
pasado alrededor de treinta años de aquello y la radio permanece. El vídeo…ay,
el vídeo, ¿qué les voy a contar?
Esto no quiere ser
no más que una canción (P. Milanés)
Permítanme
en este sábado de cuasiverano una
reflexión gastronómica. Cada vez los restaurantes son más monos (y muchas veces
menos restaurantes). Si no fuera por las cocinas (vistas ahora casi todas) y
por las barras, una semana antes de su apertura resultaría imposible saber si
eso va ser una tienda de ropa, una peluquería, una floristería o un
restaurante. ¿Hacia dónde vamos? ¿Está matando el cuquiplace (chulo el palabro ¿eh?) a la alta gastronomía?
Shut up, it´s influencers time ¡!
Reconozco
que la primera vez que escuché el vocablo influencers
me vino inmediatamente a la cabeza el término gripe (otra vez mi inglés
macarrónico traicionándome). El tiempo me ha demostrado que no iba yo tan
equivocado y que el fenómeno se ha convertido en un verdadero virus "de los 40
en cama". Son tiempos en los que si no hay un influencer sosteniendo un proyecto,
el proyecto directamente no existe. Que sí, que en esto también se nos está
yendo la olla, pero vale, les acepto influencer como animal de compañía.
Seguro que hay sol
mañana (Annie)
Pero
para la esperanza siempre hay tiempo y sí, la esencia sigue permaneciendo. Aún
queda quién disfruta con sentarse en Viridiana y flipar con las creaciones de
Abraham “por orden de desaparición”, quien se apasiona con Alabaster, con
A´Barra, con Coque, quién llora el cierre del Borbollón porque nunca volverá a
tomar aquella tortilla , quien se entristece por el cierre de Alma (aunque su
chef, Gon Hierro acabo de incorporarse al proyecto Los 4 Elementos y su toque
en Aire y Fuego va a ser motivos de grandes alegrías) y quien no puede
controlar las lágrimas de emoción cuando visita Cebo y comprueba lo que Aurelio
Morales es capaz de hacer. Queda -en resumen- mucho donde ir y comer bien. Sí,
son malos tiempos para la lírica, pero existe lírica bajo el asfalto de
mediocridad y postureo; solo hay que saberla ver.
Yo también sé
jugarme la boca (J.Sabina)
En
fin, reflexiones sin mucho sentido para la mañana de un sábado. Me hubiera
gustado ser más irónico e ingenioso (si hay otra vida, me pediré ser María
Segade). Entre tanto no se rompan mucho la cabeza y disfruten; del postureo, de
la buena cocina, de la mediocre si ésta es la que les gusta, de la vida, porque
siempre queda menos tiempo del que nos pensamos. Yo les confieso, pienso
dedicarme a eso, a vivir y a disfrutar. Ni gastrónomo, ni influencer, ni
cronista. En el fondo para lo que estudié es para ser el último romántico.
Feliz sábado.
0 comentarios: