Lo del fenómeno Ponzano es digno de estudio. De unos años a esta parte cada local cerrado o disponible acaba transformándose en un bar o un restaurante. No hay duda de que se ha convertido en la gastrocalle de Madrid (quizá junto con Jorge Juan y la zona de Menorca y aledaños). Es dejar de ir en quince o veinte días por la zona para descubrir nuevas aperturas. Hace unos días tuve ocasión de visitar Candeli, un bar restaurante que aunque acaba de cumplir los dos años de existencia no había tenido ocasión de conocer.
En una calle donde los locales suelen ser de reducidas dimensiones, sorprende en primer lugar la amplitud de Candeli. Con una zona dedicada a barra y mesas altas en las que el tapeo es el rey, un comedor con mesas bajas y un espacio final que sin llegar a ser un reservado puede cumplir perfectamente esa función para una eventual comida de trabajo, reunión de negocios o simplemente una cena de amigos en la que se desee cierta intimidad.
En cuanto a su propuesta, Candeli juega a esa fórmula que jamás falla. Productazo de primera calidad y elaboraciones sencillas sin trampas ni disfraces en las que la parrilla es decisiva y el resultado final siempre óptimo.
Espectaculares los espárragos que probamos en nuestra visita, seguramente los últimos de la temporada, con un toque final de parrilla verdaderamente acertado, magníficas sus croquetas, sensacional un rape de tripa negra en el que la parrilla nuevamente saca lo mejor de una pieza excepcional e impecable el chuletón en un punto perfecto.
Deliberadamente he dejado aparte unos carabineros de una calidad sobresaliente y lo he hecho porque precisamente Candeli está celebrando en estas fechas las Jornadas del Carabinero que se prolongarán al menos un par de semanas más y en el que 250 grs. de carabineros ( 4 piezas aproximadamente) traídos desde Isla Cristina se ofrecen a un imbatible de precio de 24 euros. Señalar que no se trata de carabinero a la plancha, sino a la parrilla al más puro estilo vasco.
Al frente de Candeli dos hermanos sumilleres, Alberto y Francisco Rivera aseguran una bodega no excesivamente amplia pero perfectamente resolutiva que unida a una oferta gastro impecable lo convierten en una recomendación de esas que siempre son agradecidas.
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