Hemos hablado aquí en numerosas ocasiones de diferentes restaurantes del Grupo Oter. Todos ellos mantienen siempre una uniformidad difícil de conseguir cuando se poseen 25 locales. El factor común de todos ellos es sin duda la utilización una excelente materia prima con una calidad incuestionable, el respeto a la misma plasmada en recetas clásicas de esas que nunca defraudan y -algo cada vez más inusual- un impecable servicio en sala. Juntando todos esos mimbres parece evidente que el éxito esté asegurado.
Quizá por ello el Grupo se extiende e inagura nuevos restaurantes cada poco tiempo. Si hace algunos meses hablábamos de la reconversión del mítico Pedralbes en un nuevo Barril de Orense, hoy os contamos la última -por el momento, pero seguro que no será la última- apertura en la madrileña Carrera de San Jerónimo, el Barril de Las Cortes.
En una zona muy concurrida tanto por público madrileño como turista y en la que la irregularidad es la tónica predominante ya que podemos encontrar grandes restaurantes de magnífico nivel y propuestas verdaderamente bochornosas más destinadas a sablear al turista poco prevenido que a responder a unas mínimas exigencias de calidad, el Grupo Oter vuelve a reivindicar lo mejor de sí con un espectacular local de decoración exquisita y en el que nuevamente es difícil encontrar algún fallo.
En un amplio local a doble altura en el que sorprende la cantidad de ladrillo visto , algo propio de la zona pero que siempre otorga personalidad y calidez a los locales, mezclado con una decoración cuidada hasta el extremo en la que sobresale un divertido papel con motivos marineros, El Barril de Las Cortes ofrece una amplia barra de picoteo (algo muy socorrido en la zona en la que se encuentra) en la que llama la atención "El rincón del arroz" donde puede verse la elaboración de los arroces que forman parte de la carta. A continuación un amplio comedor con una exquisita iluminación y en su planta sótano una espectacular bodega abovedada que merece una visita sí o sí.
En cuanto a su propuesta gastronómica similar a la que mantiene el Grupo en el resto de sus locales; pocas sorpresas y mucha solidez. Magníficos sus mariscos, sus pescados , sus carnes y sus arroces. En El Barril de Las Cortes nos sorprendió una estupenda ensaladilla rusa con langostinos con una textura y sabor verdaderamente encomiable. En el resto de los platos la propuesta sigue el camino -el magnífico camino- que el Grupo Oter sigue siempre.
En sala, como siempre, personal perfectamente formado en los que siempre denota la profesionalidad y la cercanía. Muy destacable la sensacional labor de Javier, su jefe de sala y por supuesto inevitable mencionar la cercanía y buen hacer de Adrián, el joven y magnífico camarero que nos atendió el día de nuestra visita.
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