Charlie Champagne, sentido y sensibilidad

 Un cocinero llamado Carlos Durán me había dicho en alguna ocasión que le apetecía verme alguna vez por su restaurante y la verdad por problemas de distancia, agenda...había ido dejando el tema pendiente; pero siempre que el nombre de Charlie Champagne salía en cualquier conversación, ante el inevitable "lo tengo pendiente" la respuesta del interlocutor, fuera quien fuera, siempre era "tienes que ir, te va encantar". Hace un par de semanas,por fin, tuve ocasión de probarlo.


Charlie Champagne está situado en la calle Segovia, justo debajo del viaducto. Sorprende a priori la zona, más habitual para locales dirigidos al público turista y guiri que deambula por el Madrid de los Austrias. Cuando traspasas su puerta apareces en un pequeño local -lleno de encanto- donde el ladrillo visto y las bóvedas -tan frecuentes por allí- ocupan un acusado protagonismo. Es verdad que  le otorgan una peculiar atmósfera romántica , pero también lo es  que cierto aire "canalla" sobrevuela el ambiente creando un clima, al menos para mí, mucho más acogedor.


Nos ponemos en manos de Charlie,que no es otro que Carlos Durán Herrera, un fantástico cocinero con años de experiencia a sus espaldas a quien se ve feliz en su espacio. Nada más comenzar a hablar con Carlos uno siente ante sí a un cocinero que por fin está a gusto con lo que hace. Rápidamente se percibe que su carácter es inquieto y que seguramente se toma su anterior andadura profesional como esa experiencia obligatoria que por fin un día te abre las puertas a hacer lo que siempre has soñado. Su cocina es tan sorprendente como inclasificable, tan mágica como imposible de encasillar, tan diferente y única ( ¡por fin algo diferente ahora que casi todo es igual! ) como diferente y único es el propio Carlos Durán.


Ante nosotros van sucediéndose un magnífico repertorio de platos con el nexo común de la elegancia y el equilibrio, del sentido y la sensibilidad, que conforman un menú desgustación inteligente y lleno de honestidad y buen hacer. Magnífico su foie frío y asado con ragout de tomates picantes y piñones, perfecto su ceviche de pulpo y langostino con ensalada de algas, sorprendente su tiradito de pez mantequilla con curry picante, brutal su atún rojo, extraordinario y obligatorio su huevo a 62º con boletus y falso carbón de yuca. Todo ello armonizado con diferentes champagnes de la casa Sanger.


Colosal el prepostre de menta,pepino,eucalipto y manzana con leche merengada que limpia sabores y prepara para terminar con un simple pero perfectamente resuelto pan perdido con chocolate. 


Al final divagamos (yo el primero) mucho sobre gastronomía, olvidando a menudo que a un restaurante fundamentalmente se va a comer bien y a disfrutar. Pues esa precisamente es la sensación cuando abandonas Charlie Champagne. Y sí, el único "pero" que pongo a esta visita es que tardé demasiado tiempo en hacerla. Vayan y disfruten .



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