La Verónica y su brunch en clave de ópera

Que escriba sobre un brunch alguien que como yo no es aficionado al brunch tiene su aquél. En muchas ocasiones he confesado que lo del brunch no va demasiado conmigo que soy tan aficionado al aperitivo de fin de semana y a esas fotos en redes sociales que con el hastag #aperitiveando habéis visto en más de una ocasión. Pero también es cierto que cuando uno -al menos a mí me pasa- entra en La Verónica las cosas cambian y lo hacen de forma radical. No sé porqué será pero desde el día que conocí a Mariana Gualui -alma mater de La Verónica- tengo por su restaurante un afecto especial.


Mariana es apasionada y apasionante, una de esas personas con las que podrías estar horas hablando (más bien escuchando) y a la que ya le he dicho que tiene una vida digna de libro o de película.  A veces da que pensar que haya gente con vidas tan intensas y que otros las tengamos mucho más "triviales" y conste que no me quejo de la mía. En fin, que cuando Mariana me comentó que quería que probara su brunch no lo dudé un instante porque intuía que aquello -con seguridad- iba a ser diferente.


Pero vayamos a La Verónica y su recién incorporado brunch dominical. Inspirado  tanto en la presentación de los platos en carta como en el servicio en Tristán e Isolda de Richard Wagner, una ópera larga de cinco actos que fue la primera que vio Mariana siendo niña y que la convirtió en una apasionada del género. Así, la obertura incluye café, té o infusión, dos zumos naturales recién hechos entre los que siempre habrá uno de frutas y uno detox de frutas y verduras, una cesta de panes y bollería variada, mantequilla ecológica, mermelada casera, AOVE y tomate rallado y un plato típico de brunch a elegir entre los clásicos huevos bénedict con muffin inglés casero o tortilla francesa.


El primer acto incluye salmón marinado y ensalada César. El segundo dos platos calientes: carrillera de cerdo al vino tinto y arroz cremoso con confit de pato. El tercer acto permite elegir entre dos propuestas protéicas para recuperar la energía derrochada durante la noche anterior: hamburguesa de pan casero o la carne especiada de La verónica, uno de los platos más demandados del restaurante a base de entraña de vaca asturiana marinada con especias y ají. Para terminar, el cuarto acto (la traca final) es un variado de postres caseros entre los que destacan el Brownie, mini Tarta Maruja (de chocolate negro o blanco con frambuesas) y Lemon Pie.


Posibilidad de tomar medio brunch (18 euros) o -para los más voraces- el brunch entero (30 euros).El brunch es absolutamente fantástico , pero si le añadimos el encanto y la magia de La Verónica el resultado adquiere tintes sobresalientes. 


Cae la tarde otoñal en Madrid , salgo de La Verónica y camino por el barrio de Las Letras. Recuerdo los intensos colores de La Verónica, el jazz que sonaba de fondo, el verbo fácil y cautivador de Mariana, sus anécdotas... y vuelvo a constatar que La Verónica tiene un nosequé que engancha. 





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