Desde finales de abril, los mercados europeos ya empiezan a abastecerse de las primeras sandías continentales de la temporada. Esto es posible gracias a su cultivo en los invernaderos solares del Sur de Europa, donde esta fruta cuenta con las condiciones naturales y óptimas para su crecimiento y donde se respeta el ritmo adecuado para su maduración.
“La protección
ofrecida a través de la cubierta plástica de los invernaderos y el microclima
que se genera en el interior de los mismos gracias, únicamente, a la incidencia
de los rayos del sol, hace posible que podamos disfrutar de estas frutas sin
tener que esperar hasta el verano y con el máximo sabor y dulzor que demandan
este tipo de productos”, apunta Francisco Góngora, presidente de HORTIESPAÑA. Además,
en los invernaderos solares de España se utiliza el control biológico para controlar las plagas, lo que garantiza la
obtención de productos más sanos,
sabrosos y respetuosos con el medio ambiente.
La temporada de
recolección de esta fruta se inicia a finales de abril y su producción se
mantiene hasta inicios del mes de julio. Durante este periodo, las sandías
producidas en los invernaderos solares del sudeste europeo en España copan los
mercados continentales y 8 de cada 10 sandías cultivadas viajan al extranjero,
siendo sus principales destinos Alemania, Francia y Reino Unido. Para la
presente temporada se espera alcanzar una producción de 500.000 toneladas.
A diferencia de
otras frutas, la sandía puede tener un excelente aspecto exterior que no
siempre se corresponde con su interior, por ello, aprender a seleccionarla correctamente
nos librará de alguna que otra sorpresa desagradable al abrirlo. El truco para
saber si se encuentra en su punto óptimo de consumo es darle unos ligeros golpes con los dedos, si suena
a hueco significará que está en su estado idóneo. Pero también hay un aspecto
externo que nos dará una pista sobre el sabor. Sabremos si la fruta está madura
si la mancha de la cáscara que ha
estado en contacto con el suelo es de color amarillo cremoso. Por el contrario,
si ésta es blanca o verdosa indica que el fruto se recogió antes de tiempo y,
por lo tanto, su sabor resultará insípido. Por su parte, si se adquiere una
sandía en trozos conviene asegurarse de que la pulpa presente un aspecto firme
y jugoso. En cualquier caso, nunca esta de más preguntar al experto en frutas
de tu establecimiento de compra favorito.
Una vez en casa, si hemos comprado una sandía cortada será imprescindible conservarla en la nevera para mantener la cadena de frío. Si, por el contrario, la pieza está entera y no queremos consumirla de forma inmediata, puede aguantar perfectamente durante dos semanas, o incluso más tiempo, si se conserva en un lugar fresco, seco y sin que le dé la luz directa del sol.
Pese a que se han identificado más de 750 variedades de sandía, tan solo medio centenar se
encuentran entre las más consumidas. No obstante, todas presentan un
denominador común: el dulzor de su pulpa. Entre las variedades más consumidas
en España destacan la sandía negra (con
y sin pepitas), la rayada (con y sin pepitas) y la sandía mini. La sandía
sin pepitas responde a una demanda creciente en el mercado por obtener frutas
que resulten más cómodas de comer, lo mismo ocurre con las sandías minis, cuyo
tamaño reducido es idóneo para hogares unipersonales o con pocos miembros y es
más fácil para conservarla en la nevera.
La
sandía es una fruta especialmente indicada para la época estival gracias a su
alto contenido en agua (un 92%), su capacidad saciante y su efecto refrescante.
La sandía contiene vitamina B9, A, B6 y C, además de folato y zinc. Estas
vitaminas y elementos contribuyen al normal funcionamiento de nuestro sistema
inmunitario y actúan como protección de los tejidos
corporales.
Gracias
a su genuino dulzor, esta fruta es una de las preferidas de los niños y con
ellas pueden prepararse desde gazpachos y sopas a helados, ensaladas, batidos,
así como sorprendentes platos calientes.
¿Qué es un invernadero solar?
Un
invernadero solar es una estructura cerrada cubierta por plásticos, a través de
los cuales inciden los rayos del sol dejando pasar la
luz necesaria para que las
plantas mantengan la temperatura adecuada para su desarrollo en los meses de
invierno, de modo que puedan realizar la fotosíntesis.
En este proceso las plantas producen nutrientes a partir del CO2 que
absorben del aire y liberan cantidades ingentes de oxígeno a la atmósfera. Los
invernaderos solares se diferencian notablemente de los métodos productivos de
otras superficies invernadas, donde sí se utilizan sistemas de calefacción e
iluminación artificial a partir de combustibles fósiles que conllevan hasta un
30% más de consumo energético, más el consiguiente efecto contaminante.
Acerca de CuteSolar
CuteSolar:
cultivando el sabor de Europa en los invernaderos solares es un programa impulsado por APROA, Asociación
de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Andalucía, HORTIESPAÑA, Organización Interprofesional Española de Frutas y
Hortalizas, y FruitVegetablesEUROPE (EUCOFEL), Asociación Europea de Frutas
y Hortalizas, con el objetivo de informar a los consumidores europeos de las
características específicas de los métodos de producción agrícola en
invernaderos solares, especialmente en aspectos clave como la sostenibilidad y
el respeto al medio ambiente y la seguridad, calidad y trazabilidad de los
cultivos.
El programa, que cuenta con una inversión total
de 1,95 millones de euros, está cofinanciado por las organizaciones proponentes
y la Unión Europea, tendrá una duración de tres años (2020-2022) y se
desarrollará en España, Alemania y Bélgica.
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