Bel Mondo, llegar, ver y conquistar

 Desde hace escasas semanas el local que durante años ocupara Loft 39, uno de esos locales que tanto gustaban en Madrid "para ver y ser visto". se ha convertido en Bel Mondo, un restaurante italiano que en este escaso tiempo se ha convertido en el nuevo place to be de la capital. Llegar y vencer.




Perteneciente al Grupo Big Mamma, creado a su vez por Tigrane Seydoux y Victor Lugger, Bel Mondo es el decimocuarto restaurante de este grupo que ha sabido desarrollarse en Europa (la mayor parte de sus restaurantes están en Francia) con una puesta en escena y un story telling que desde luego no dejan indiferente a nadie.




Cada uno de sus restaurantes es diferente entre sí y cuentan con un estudio interno de decoración, KIKI,  que se encarga de hacer auténticos objetos de deseo. Bel Mondo es desde el primer momento sorprendente e impactante. Su escalera es- y va a seguir siendo- objeto de múltiples fotografías destinadas a las redes sociales y sus diferentes espacios enamoran a primera vista con una estética a medio camino entre lo elegante y lo romántico, entre lo barroco y lo kitsch. La mezcla, créanme, funciona.

Gastronómicamente el grupo se surte de seleccionados productores y ofrece una carta fácil de gustar, con precios agradecidos y platos que resultan resultones y agradables para un público que busca en la experiencia mucho más que lo netamente gastronómico. Sumergirse en Bel Mondo es mucho más que visitar un restaurante italiano. Big Mamma es consciente de que sus locales son esos restaurantes en los que todo el mundo quiere -y casi necesita- estar o haber estado y no deja ningún cabo suelto para que todo funcione según sus previsiones.




Es el restaurante perfecto para estos tiempos de redes sociales y una gran capital como Madrid, que necesita cada cierto tiempo un revulsivo y una novedad ante la que postrarse. Basta con que pasen por la puerta de Bel Mondo para que vean que siempre hay gente esperando una mesa en el restaurante. No en vano, su sistema de reservas deja siempre un número de mesas destinadas a público sin reserva, lo cual es una estupenda forma de asegurarse permanentemente gente a su entrada que a su vez genera en quien pasa por delante interés por lo que allí dentro se ofrece. Lo dicho, la fórmula es sobresaliente.

La carta cumple sin problemas. Son platos que apetecen a prácticamente todo el mundo, con una puesta en escena sensacional y que a la postre resultan ricos e interesantes. Precios comedidos, personal italiano eficiente, simpático y diligente, carta de vinos italianos y cócteles... Bel Mondo lo tiene todo para convertirse precisamente en lo que quiere convertirse, ese restaurante al que sí o sí hay que ir. La experiencia merece la pena. Recomendable.





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