Hace ya bastantes años que Carlos Moreno Fontaneda inauguró el bar Galleta en el barrio de Malasaña de Madrid. Perteneciente a la conocidísima marca de galletas (sería prácticamente imposible encontrar a alguien que desconozca las míticas "Marías" Fontaneda), Carlos optaba por emprender el camino de la hostelería con un resultado que seguramente ni él mismo preveía.
Locales bien montados, con decoraciones hipercuidadas y multiplicidad de guiños y evocaciones tanto a colecciones familiares como al mundo canino (otra de las pasiones de Carlos). En lo gastronómico cartas bien estructuradas, con platos atractivos y resultones que se tarifan con mesura. En suma, todo lo necesario para que el concepto triunfe.
Prueba de ello es que al Bar Galleta le siguieron El Perro y la Galleta de la calle Claudio Coello, Raro Rare (recientemente reconvertido a María y la Galleta), El Canandiense (que ahora pasa a ser una segunda sucursal de El Perro y la Galleta). Un universo en torno a las galletas y los perros que ha sabido encontrar su nicho en el siempre complejo mundo de la hostelería madrileña.
El nuevo local de la calle Carranza mantiene la línea de sus predecesores. A cargo de su decoración -como en el resto de locales- el propio Carlos Moreno Fontaneda se hace cargo de la misma y el resultado es simplemente perfecto. Maderas
gastadas, retratos de canes, radios antiguas, cajas, loza y perros, muchos
perros conforman un espacio acogedor en el que disfrutar.
La carta combina algunos platos ya "tradicionales" como las flautas de pollo y las berenjenas rebozadas
en galleta, con nuevas incorporaciones como la ensaladilla rusa con carpaccio de gambón. Chipirones con arroz negro, tartar de atún, risotto de boletus o los champiñones rellenos completan una carta pensada para compartir y que se resuelve con acierto. Entre sus postres guiños evidentes a las galletas familiares como era obligado.
El "universo galleta" funciona y prueba de ello son los llenos que recogen cada noche. Carlos Moreno Fontaneda ha sabido abrirse su propio hueco en el panorama gastronómico y eso siempre es digno de admiración.
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