Corría
el año 2003 cuando en la calle Hortaleza de Madrid abría sus puertas un
restaurante denominado Piú di Prima. La gastronomía en la capital entonces poco
tenía que ver con lo que es actualmente. Piú di Prima supo canalizar una forma
de entenderla que con los años se ha generalizado. Consiguió marcar tendencia
en su momento y eso siempre es importante. La gastronomía empezaba a entenderse
como una experiencia en la que además de a los platos se daba importancia al
entorno, a la decoración y al ambiente. Nacía así una nueva forma de salir a comer
o a cenar que quince años después sigue plenamente vigente.
Aquel
Piú di Prima cerró sus puertas trece años después y desde entonces la
gastronomía italiana en Madrid quedó bastante huérfana de calidad. Pizzerías,
franquicias y opciones low cost monopolizaban la cocina transalpina salvo
alguna honrosa excepción.
Hace
escasamente dos semanas Piú di Prima reaparece en una nueva ubicación,
manteniendo la calidad de siempre y adaptándose a los nuevos tiempos. La zona no
puede ser mejor; en el señorial Paseo de Pintor Rosales, frente al Parque del
Oeste y bajo la atenta mirada de un enorme vinilo de Sofía Loren junto al cual
les será difícil resistirse a fotografiarse, Piú di Prima vuelve al panorama
gastronómico con toda la fuerza, en un local que destaca por su cuidada decoración a cargo del estudio de Laura Cuevas que se ha
inspirado en El Dorado “máxima expresión de belleza y calidad, valores siempre
presentes en el concepto PIÙ DI PRIMA” según
palabras de la decoradora.
Al
frente del restaurante la eficaz Teresa Santillana como directora que ya
estuviera en la última etapa del Piú di Prima original y a cargo de sus fogones
un magnífico cocinero, Stefano Franzin que también inaugurase el primer Piú di
Prima.
En
su carta cocina tradicional italiana entendida como la amalgama de las
diferentes “cucinas“ regionales del
país. Franzin, veneciano de nacimiento, recorre a través de la carta el Véneto,
Piamonte, Abruzzo y La Toscana sin olvidar las influencias de su “nonna”
napolitana, creando todo un universo de sabores y texturas en los que la
materia prima de máxima calidad y la perfecta ejecución de cada plato son
constantes.
Tras
una selección de entrantes entre los que destaca su vitello tonatto (magnífico),
las berenjenas alla parmigiana o la burrata della puglia resultan imprescindibles
sus risottos (considerados uno de los cinco mejores risottos del mundo entre un
total de 101 restaurantes). Cualquiera de los platos de pasta (elaborada
siempre al momento por el propio chef) son una verdadera delicia. Imperdonable
no probar su raviolone Piú di Prima que rescata una receta del siglo XV
favorita de los nobles de la época. Pero elijan el que elijan, no tengan ninguna
duda de que van a acertar.
Postres
a la altura entre los que destaca su tiramisú veneciano con gotas de chocolate
y amaretto y su refrescante semifrío de mojito en texturas y bodega interesante
claramente centrada en los vinos italianos con más de 40 referencias de las
diferentes zonas vitivinícolas.
Estamos
de enhorabuena en Madrid. Vuelve, por fin, la alta gastronomía italiana. Y todo
bajo la atenta y seductora mirada de la Loren.
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