Rocacho, la actualización del asador tradicional

Rocacho es un restaurante de reciente apertura que sorprende desde la llegada. Con una terraza acristalada y practicable sobre la calle Padre Damián, el restaurante causa buena impresión. Impresión que queda plenamente confirmada cuando tras recorrer su terraza se accede al comedor. No cabe duda de que el estudio de decoración Cuarto Interior ha realizado un magnífico trabajo, creando un espacio elegante y acogedor en el que sobresale la piedra, el metal oxidado y una acertada iluminación.



A sus fogones nos encontramos por casualidad a Antonio Muro, un magnífico cocinero que es garantía absoluta de que allí se va a a comer bien.En conversación con uno de los socios de Rocacho nos desvela algunos de sus proveedores; para los pescados, Pescaderías Coruñesas y para las carnes, carnes procedentes de El Capricho, templo carnívoro de José Gordón, allá en Jiménez de Jamuz, provincia de León. Como puntal de su oferta, las brasas. El concepto promete.

En su propuesta gastronómica una selección interesante de entrantes. Nos decantamos por probar los buñuelos de cecina, sabrosos y nada grasientos, con una textura perfecta. Seguidamente unos lomos de sardina marinada sobre base de pisto muy correctos dan paso a uno de los aperitivos estrellas de la casa, los rocachos de bacalao en los que una jugosísima tajada de bacalao en tempura mezclada con tinta de calamar crean un exquisito bocado.


Finalizamos los entrantes con un resultón taco al estilo mexicano de cangrejo de concha blanda y aguacate

En los segundos hay que elegir. Las carnes procedentes del Capricho apetecen, los pescados también y los arroces que uno ve pasar hacia otras mesas son ciertamente tentadores. Finalmente optamos por probar la carne (dejamos arroces y pescados pendientes para otra visita) y nos decantamos por la entraña de buey. Espectacular. Hay que señalar que todavía no disponen de chuleta de buey en su carta, pero nos indican que en cuestión de semanas también estará disponible.


Postres discretos y carta de vino muy aceptable con precios comedidos. Sorprende que un sábado al mediodía, día de nuestra visita, Rocacho esté completamente lleno con una capacidad de entre 80 y 90 comensales. Nos confirman que es la tónica general desde que abrieron. Al final está claro que combinar producto de primera con buena cocina y un entorno agradable es el camino adecuado. Prueben Rocacho. No se arrepentirán.



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