El Mesón de Fuencarral,el buen sabor de la tradición

En estos tiempos de aperturas y cierres a ritmo vertiginoso, ya lo hemos dicho aquí en varias ocasiones, encontrarse con establecimientos tradicionales, que de forma silenciosa mantienen su buen hacer día a día a lo largo de décadas, es cuando menos estimulante. El Mesón de Fuencarral es uno de esos restaurantes que he visitado desde que era niño (y ha llovido bastante) y aunque hacía años que no volvía, retornar ha sido todo un placer.


Al frente del mismo Ramón Dios , tercera generación del negocio familiar sigue llenando sus mesas de un público que ajeno a modernidades y modas efímeras, sigue buscando la buena cocina tradicional de siempre, sabores reconocibles y recetas de esas que todos guardamos en nuestra memoria.


Entrar en El Mesón de Fuencarral es de por sí entrar en la atemporalidad. Ese aire clásico de asador castellano previene ineludiblemente de lo que allí nos vamos a encontrar. Mesas amplias, chimenea, confort y una carta en la que las propuestas apetecibles se multiplican.


Buena materia prima, verduras de primera, pescados y carnes a la altura y por supuesto asados simplemente espectaculares. No busquen vanguardia porque se van a equivocar, pero si lo que les apetece es disfrutar de esos sabores de siempre, de cocina sin trampa ni cartón, de pocos disfraces y artificios, El Mesón de Fuencarral les va a cautivar.


El día de nuestra visita todo lo que probamos mantuvo un formidable nivel. Estupendas sus alcachofas, impresionantes unas habitas con huevo, redonda su perdiz estofada e impecables sus sempiternas chuletas de cordero. Ya lo ven, platos clásicos pero trabajados de forma encomiable. Eso es el Mesón de Fuencarral.


Llegar a los ochenta y cinco años de edad en el convulso panorama gastronómico madrileño es algo de lo que muy pocos pueden presumir. Detrás, no lo duden, está el buen hacer. Enhorabuena !!


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