Bodegas Guelbenzu, perteneciente al Grupo Bornos Bodegas y Viñedos, celebra su
170 aniversario haciendo un recorrido por más de siglo y medio de
historia y por sus vinos más emblemáticos, objeto de múltiples
reconocimientos.
En Cascante, primero, y en Vierlas, después, surgen sus más preciadas
creaciones, fruto del trabajo y la pasión de cinco generaciones de la
familia Guelbenzu: Vierlas, Azul, Evo, Lombana y Lautus.
El placer, emoción, diseño y la exclusividad están detrás de cada botella
de la marca. “Apostamos por el coupage de distintas variedades para ganar
en sutileza y complejidad, pero dando siempre protagonismo a una de
ellas, para conseguir una personalidad única. El resultado son vinos
equilibrados, armónicos y elegantes”, afirman desde la Bodega. Y así, con
un espíritu de constante innovación y la vocación de ser reconocidos en
todo el mundo, su aspiración sigue siendo elaborar “vinos placenteros y
exclusivos que siempre te trasladen a la esencia vinícola de
Guelbenzu”.
Una saga
familiar dedicada al vino
La historia de Bodegas Guelbenzu es la de una familia de emprendedores
que se une en torno al vino, logrando crear una marca de prestigio, pero
que también está vinculada al mundo de la industria, las ciencias, la
política o las artes.
Los orígenes de la Bodega se remontan a 1851, cuando Martín María
Guelbenzu, natural de Gascue (Odieta), se trasladó a la Ribera y comenzó
a vender sus cántaros de vino. Allí se casó con la cascantina María
Fernanda Sánchez, con quien tuvo cinco hijos.
Fue uno de ellos, Miguel Guelbenzu, quien, tras licenciarse en Química en
la Sorbona de París, dio un impulso definitivo a la Bodega, logrando
importantes reconocimientos en 1880. También fundó, junto con su padre y
su hermano Martín Enrique, la Fábrica de Fósforos y Bujías ‘Hijos de M.M
Guelbenzu’. A su vez, Martín Enrique, ingeniero de profesión, se dedicó a
la política, siendo diputado foral en varias ocasiones. Su primo, Juan
María Guelbenzu, quien también tomó parte en el desarrollo de las
bodegas, fue un talentoso compositor y pianista que se codeaba con Chopin
y que llegó a sustituir a Pedro Albéniz como organista de la Real Capilla
de Madrid. Esta tradición artística también se ve reflejada en la figura
de José María Guelbenzu, conocido escritor, y en Ignacio Guelbenzu,
pintor.
Es decir, el emprendimiento y el amor por el arte está presente en el
espíritu Guelbenzu desde sus inicios.
Dos generaciones después, el nieto de Miguel, Julio Guelbenzu, se
incorporó a la empresa familiar. Contrajo matrimonio con Doña Pilar Morte
Francés, estableciéndose así el vínculo entre los Morte, quienes contaban
con sus propias bodegas, y los Guelbenzu. Fruto de esa alianza nacieron
ocho hijos, a quienes se les inculcó el amor por las tierras de sus
antepasados, lo cual resultó decisivo para el relanzamiento de Guelbenzu.
No en vano, fue uno de ellos, Ricardo Guelbenzu, quien tomó las riendas
del negocio, iniciando una nueva etapa de crecimiento. Su mayor hito: el
lanzamiento en 1992 de la gama de vinos Guelbenzu Evo y Azul. Una serie
que se completó en 1999 con el vino icónico de la Bodega, Guelbenzu
Lautus. Esta creación hace honor a su nombre -“laureado, premiado”-, ya
que inmediatamente logró importantes reconocimientos internacionales,
como el Trophy de Londres o la Medalla de Oro de Zurich.
Posteriormente, en el año 2001, la Bodega experimentó un nuevo impulso
con la inauguración de sus nuevas instalaciones en Vierlas, en Finca La
Lombana (zona limítrofe entre Navarra y Aragón), acompañado del
lanzamiento de nuevos vinos ligados a esta nueva ubicación (Vierlas y
Lombana).
Y en 2009 inicia una nueva etapa de crecimiento y expansión de la mano
del Grupo Vinícola BORNOS Bodegas & Viñedos, al que actualmente
pertenece, pero siguiendo absolutamente fieles a su historia, entorno,
idiosincrasia y carácter diferenciador.
Un viñedo
excepcional
“Aprovechar al máximo la potencialidad de nuestros suelos” es uno de los
lemas de Bodegas Guelbenzu. Para ello cuenta con 46 hectáreas de viñedo
ubicadas en Vierlas, en Finca La Lombana. Un terreno milenario, con un
suelo pedregoso y de baja fertilidad, que resulta extraordinario para el
cultivo de la vid por su textura, drenaje, bajos rendimientos,
resistencia a la sequía y bajo riesgo de heladas.
“La cercanía del monte Moncayo provoca que las oscilaciones térmicas
entre el día y la noche sean muy elevadas, lo cual contribuye muy
positivamente a la formación de los taninos y antocianos, imprescindibles
para la elaboración de vinos redondos, con cuerpo, carácter y capacidad
de crianza. Además, el viento que sopla en la zona, el cierzo, es un
viento frío, seco, fuerte y constante, con una importante capacidad
desecante, lo que favorece la evaporación y evita la formación de nieblas
y humedades.”, explican desde la Bodega.
Etiquetas con
personalidad propia
La estética es otra de las señas de identidad de Bodegas Guelbenzu, como
se muestra en las etiquetas de sus botellas, cuyo diseño refleja la
tradición y esencia de la marca.
De este modo, presentan un triángulo que remite a Cascante, municipio
donde antiguamente se encontraba la Bodega, en el triángulo formado por
los monasterios cistercientes de Tulebras, Fitero y Veruela. Esta figura
encierra otro símbolo, la H dentro de la G, que se refiere a 'Hijos de
Guelbenzu’. La cruz, por su parte, remite a la tradición cascantina de
colocar una cruz en lo alto de la finca para proteger las viñas. Y el
escudo de Navarra remite al vínculo histórico de la bodega con esta
tierra. Por último, la etiqueta se adorna con las medallas de los seis primeros
reconocimientos internacionales conseguidos por los vinos Guelbenzu, de
1876 a 1881.
Edición
especial “170 Aniversario”
Y con el objetivo de celebrar estos 170 años de historia, Guelbenzu lanza
una edición especial “170 Aniversario” de uno de sus vinos más icónicos,
Guelbenzu Evo.
Evo,
cuyo significado es “duración de las cosas eternas” refleja con este
nombre su capacidad para mejorar con el tiempo, para evolucionar con su
crianza y envejecimiento. Una Bodega y gama de vinos que ha sido capaz de
mejorar a lo largo de sus 170 años de historia.
Elaborado con las variedades Cabernet Sauvignon, Graciano y Syrah, y con
una crianza de doce meses en barrica de roble francés, Guelbenzu Evo es
un vino de intenso color rojo picota. En nariz destacan sus aromas a
frutos negros con matices de minerales y tostados. Es elegante,
corpulento, equilibrado y con potente entrada en boca y persistencia.
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