Casi tres años después de su apertura, el restaurante Iztac se ha consolidado como adalid de la autenticidad y de la cocina mexicana más genuina y tradicional. Huyendo desde el primer momento del tex-mex, Iztac, en cada renovación de carta, explora las diferentes zonas geográficas del país azteca seleccionando esas recetas que son expresión viva de la rica cultura gastronómica mexicana, que llevo a su cocina a ser la primera en ser declarada por la Unesco Patrimonio Invaluable de la Humanidad.
Ubicado en el mismo local que ocupara desde 1959 el restaurante México Lindo, primer restaurante mexicano de Madrid, en Iztac no hay nada qué no tenga un sentido y que convierta cada visita al restaurante en una experiencia completa. Desde el nombre, derivado de la historia de amor entre Iztaccíhuatl y Popocatépetl, hasta su personal (mexicano en su práctica totalidad), pasando por su salón y terraza decorados por el estudio de interiorismo Free Hand de la arquitecta mexicana Lourdes Treviño o cada detalle que ornamenta el restaurante… Todo en Iztac está minuciosamente orientado a la plena satisfacción del comensal que rápidamente se imbuye en un onírico viaje de colores, texturas y sabores lejos de equivocados tópicos, que era el principal propósito de su propietario, el carismático Jorge Vázquez.
Al
frente de su cocina, el chef Juan Matías interpreta en esta nueva carta una
nutrida selección de recetas que, como suele ocurrir en cada carta, recorren a
lo largo y ancho los treinta y dos estados que componen las nueve zonas
gastronómicas de México.
Entre sus nuevas creaciones destacan platillos como el tamalito de acelga con chiltomate tatemado y torrezno, los panuchos de cochinita pibil con si-kil-pak maya, los sopecitos de entrecot con velo ibérico, el imprescindible guacamole de molcajete que en esta ocasión se acompaña de un pico de gallo de mango, el refrescante gazpacho de aguacate con gelatina de menta y crujiente de tortilla o la versión de la popular ensalada César que pese a lo que se cree, tiene su origen en el país azteca.
La
carta de Iztac siempre tiene una ventana que mira al mar pensando en los miles
de kilómetros de océano que bañan sus costas. Al imprescindible aguachile negro
de camarones, acompañan esta temporada platos como los camarones culichis con
salsa de tomatillo verde o la corvina tarasca con salsa de chipotle meco y
crisantemo en tempura.
Entre
las opciones cárnicas platillos rotundos y contundentes como el chile ancho
relleno de chicharrón prensado en salsa de frijoles o la costilla asada de
Sonora con chile relleno y pan de elote.
Tres
tacos enmarcan la parte más emblemática y conocida de la cocina mexicana. El
imprescindible taco árabe (que debe su nombre a los originarios tacos de kebab
que con pan de pita realizaba la abundante inmigración libanesa y que en Iztac
se elaboran con tortilla de trigo y con lagarto de cerdo ibérico), el taco
rosarito (con camarones) o el callejero “taco de machitos” que promete
convertirse en icónico esta temporada.
El
momento dulce de la carta corre a cargo de su fantástica pastry Sohaly Ventura que firma el broche con postres tan
sugerentes como el milhojas de mazapán y chocolate o el digestivo postre de
gelatina de mango y chamoy.
La
parte líquida de Iztac es igualmente cautivadora y rotunda. A sus obligatorias
margaritas (para muchos, las mejores de Madrid), se suma la coctelería más
especializada, cervezas mexicanas, micheladas, vinos mexicanos y nacionales y
una buena selección de tequilas y mezcales con la que realzar cada uno de los
platos.
Pieza
fundamental en Iztac es su imponente terraza, obra igualmente del estudio Free
Hand, practicable y calefactada para poder utilizarse en cualquier época del
año y que constituye ese oasis idílico en el centro de la ciudad tanto para
disfrutar de las comidas y cenas en Iztac como para el más animado afterwork o
la coctelería selecta.
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