El
restaurante QUINQUÉ reabre sus puertas después de estas semanas de
confinamiento para volver a iluminar el barrio de Chamartín con su gastronomía
fresca y desenfadada. Una lámpara de aceite que aporta luz y calidez
al proyecto emprendido por dos jóvenes y talentosos chefs con una trayectoria
profesional muy respetada en el circuito gastronómico.
Carlos
Griffo y Miguel García elaboran una cocina de mercado basada en la tradición, en la que
el cariño y la técnica van de la mano para sacar lo mejor del producto de
temporada a un precio ajustado y así hacer accesible la buena gastronomía a
todos los bolsillos, sin descuidar un ápice la calidad. Algo que hemos echado
de menos durante estos meses y que de nuevo, afortunadamente, vuelve a nuestro
día a día.
Estos meses han servido además para
dar un nuevo aire al comedor que ahora presenta nuevas sillas y mantelerías de
tela, lo que aún hace más cálido y acogedor, si cabe, el ya de por sí ambiente
envolvente provocado por la buena cocina ala luz de los tradicionales quinqués.
Ambos
chefs poseen una envidiable carta de presentación.En el caso de Carlos Griffo su pasión
por la cocina le llevó a abandonar los libros de Derecho y comenzar su aprendizaje
nada menos que con el asturiano Nacho
Manzano en “Ibérica” -su proyecto
londinense-, donde aprendió a mimar el producto y a elaborar -entre otras
cosas- sus famosas croquetas.Tras dicha experiencia volvió a nuestro país para
continuar su formación en “Quique Dacosta” durante el periodo
en que conquistó las tres estrellas Michelín.“Casa Marcial”, “Streetxo”
de Dabiz Muñoz, “La Bien Aparecida” y “Bibo Madrid” de Dani García, -donde
llegó a ser jefe de cocina-, completan
un curriculum merecedor de todos los
elogios.
La
trayectoria de Miguel García corre casi paralela a la de Carlos: dejó su
Venezuela natal para cocinar en el Catering Manzano de “Casa Marcial”,
donde conoció a Griffo. Ya en Madrid pasó por los fogones de “La
Bien Aparecida” y fue segundo de cocina en “Bibo Madrid” trabajando
mano a mano con Carlos, lugar en el que
ambos fraguaron la idea de abrir su propio local para acercar la buena mesa a
todos los públicos.
Carlos y Miguel demuestran su cariño a
la materia prima en cada plato, en cada guiso que sale de su cocina.Recetas de
fondos largos y mimados para conseguir todo el sabor sin ningún artificio.La apetecible carta de QUINQUÉ se basa
claramente en la estacionalidad del mejor producto, lo que les lleva a cambiar
la mayoría de sus platos cada mes en función de la temporada y a ofrecer
numerosas sugerencias fuera de carta.
Las
croquetas de jamón son ya marca de la casa, no en vano los chefs llevan elaborando
este irresistible bocado desde sus tiempos en el restaurante donde se comen las
mejores croquetas del mundo.
El respeto y admiración a la cuchara
se plasma en cocciones lentas para conseguir unas riquísimas verdinas asturianas con berberechos, las pochas con
cocochas de merluza, la clásica fabada asturiana o el jugoso pisto con huevo de
corral.
Al igual que ocurre con el resto de su
despensa, Carlos y Miguel son muy exigentes con la elección del mejor pescado
de la lonja gallega para ofrecer, además del pescado fresco del día, un soberbio rodaballo salvaje a la brasa,
sabrosa merluza de pincho en salsa verde o la pata de pulpo a la brasa con
patata revolcona, una combinación triunfadora.
El capítulo de carnes está presidido
por un espectacular chuletón de vaca acompañado
de piquillos confitados, lechuga y patatas, sin olvidar el suculento guiso de rabo de toro a la manera tradicional, la perdiz autóctona escabechada en casa, el
delicado coquelet guisado con cebollitas francesas y patatas o una original
hamburguesa de chuletón para los amantes de la carne.
Los postres, caseros, seducen a todos los paladares con el aroma y sabor asturiano del arroz con leche,- con azúcar quemado- o
la delicadeza del tatin de manzana
que en esta casa bordan. La espectacular tarta de queso marca un hito en
esta casa desde que abriera sus puertas.
La gran mayoría de los platos se ofrecen
en medias raciones y se puede elaborar un menú especialmente dedicado a
degustar varios platos de la carta, en raciones más pequeñas, un menú personalizado a modo de degustación.
La carta de vinos es corta pero muy seleccionada, para poder elegir
entre las principales referencias españolas que mejor armonizan con los sabores
y texturas de la casa.
Un coqueto y luminoso local de
grandes ventanales con el toque joven y fresco aportado por los propietarios al
decorar personalmente su restaurante consiguen un ambiente acogedor, cálido y
nada encorsetado. Delicadas lámparas de
aceite presiden cada mesa haciendo honor al nombre del local y aportan un toque
elegantemente relajado que invita a la comodidad y al disfrute.
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