La Recaja es la respuesta a
una difícil pregunta. ¿Qué parcela define mejor el carácter y filosofía de
Bodegas Valdemar? Una mirada al mar de viñas
de nuestra querida Rioja Alavesa es suficiente para entender su diversidad y su
complejidad. Un puzzle de pequeñas piezas donde cada finca se define por sus
propias reglas.
Durante 5 generaciones han trabajado con cuidado sus tierras y viñedos, descubriendo en cada añada
sus virtudes y secretos más íntimos. Un camino largo, esforzado, lleno de
alegrías y, sobre todo, de ilusión.
La búsqueda les ha
llevado a esta parcela, de cepas retorcidas sobre suelos blancos calcáreos que
destilan finura y equilibrio. Un equilibrio de contrastes perfectos.
La Recaja, 1.581 botellas que resumen 130 años de
experiencia de la familia trabajando con la variedad Tempranillo.
El uso de la uva blanca
Viura en un bajo porcentaje en maceración-fermentación junto al Tempranillo ha
sido una práctica tradicional en Rioja Alavesa de toda la vida. Normalmente
estas cepas de Viura se plantaban en las cabezadas de los viñedos y se
fermentaban juntas con los siguientes fines: optimizar el aprovechamiento de la
parecela, incrementar la complejidad aromática así como aporte de acidez.
Tecnica similar a otras grandes zonas vitivinícolas del mundo (Chateauneuf du
Pape – Hermitage: Syrah+Viognier, Toscana: Sangiovese+Trebbiano…) con esta
técnica se consigue una mejora de la estabilidad del color por copigmentación.
En
palabras de Ana Martínez Bujanda, quinta generación de Valdemar, “hemos creado un vino que resume 130 años de
la familia en el sector y que viene del trabajo en los últimos años de
análisis de suelo en las fincas y catalogación de las mejores parcelas para los
vinos top de la bodega.”
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