Muchos creyeron que había cerrado pero nunca fue así. La pastelería Formentor, que sopla este año las velas de su 60 aniversario siendo un verdadero referente en la capital, solo se trasladó.
Un moderno local en el número 81 de la céntrica calle Hermosilla, ideado por el vanguardista estudio de diseño Kikekeller con su particular carácter sobrio y elegante, acoge ahora un negocio que perdura como pocos otros, un obrador de toda la vida del que salen algunas maravillas laureadas por la crítica nacional y por la fiel clientela que sigue abarrotando día a día sus barras y mostradores. De hecho, la inspiración para este nuevo espacio parte precisamente de la tradición, de los “forns” mallorquines, aquellos antiguos despachos de pan, repostería y pastelería. En el fondo, así sigue siendo.
Puede parecer sorprendente pero en Madrid se encuentran las mejores ensaimadas mallorquinas. Y están aquí. Tomás Martín, el “ensaimadero”, lleva casi tantos años como Formentor lleva en la capital. En esta nueva ubicación, Kikekeller ha logrado que se le vea prácticamente desde la calle, que nada más entrar uno casi se introduzca de lleno en el minucioso proceso artesanal que lleva a cabo con el fantástico producto diario que es protagonista en hornos y vitrinas, completamente fresco y sin pasar nunca por procesos de congelación.
Las ensaimadas, con un crujiente hojaldrado exterior y una ligera y algodonosa miga, se preparan con nata, con cabello de ángel, con crema tostada, con frutas y hasta con sobrasada de Santanyí. Como novedad, acaban de introducir, por aclamación popular, una exquisita versión de chocolate.
Además de las ensaimadas, los asiduos clientes de Formentor no pasan sin ninguno de sus productos estacionales como las torrijas, las rosquillas de San Isidro, los buñuelos, los huesos de santo o, ya a diario, el delicioso cruasán de mantequilla o las bandas de manzana.
El roscón de Reyes en estas fechas es, como su propio nombre indica, el rey de la casa. El responsable de que los días previos al 6 de enero, y especialmente en la víspera, haya colas de horas en la puerta de Formentor. Todos quieren hacerse con uno de los miles de roscones que se elaboran cada año con nata, con trufa, cabello de ángel o sin nada más que el finísimo brioche decorado con frutas. A él le acompañan los turrones caseros, guirlaches, polvorones de avellana o típicas figuritas de mazapán.
El obrador nunca para y la oferta es mucha y muy diversa, repasando una buena parte de las creaciones típicas mallorquinas como las cocas de trempó, empanadas de cordero y sobrasada o cocarrois. Otra de las grandes novedades es el acuerdo alcanzado con Deliveroo para incorporar el servicio “take away” a los alrededores, tanto en esta zona como en la cercana al Mercado de Chamartín, donde la pastelería cuenta con otro espacio desde principios de 2016. Formentor se actualiza, sí, pero por suerte sigue siendo lo mismo.
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