Cruzcampo Gran Reserva, esa amiga rubia de los fines de semana

Hay días en los que una cerveza es casi obligatoria. Porque después de una dura semana de trabajo , de reuniones, de comidas y cenas, de artículos... llega el fin de semana y lo que de verdad a uno le pide el cuerpo es descansar, quedarse en casa y disfrutar de una buena cerveza. Desde que descubrí la cerveza Cruzcampo Gran Reserva me he convertido en un auténtico fan de esta rubia.


Porque esa mezcla de ese dorado intenso, de ese ámbar brillante con su espuma cremosa y elegante es la mejor compañía para esos momentos en los que básicamente lo que te apetece es no hacer nada. Olvidar todas las preocupaciones y centrarte únicamente en ese sabor tostado y en ese aroma a malta.


Es cierto que los madrileños somos cerveceros casi desde que nacemos, pero también es verdad que hay cervezas y cervezas y personalmente a mí Cruzcampo Gran Reserva me parece que marca un antes y un después en lo que a buena cerveza se refiere. 


Su entrada en boca al primer sorbo tiene toques dulces que recuerdan a frutos secos que posteriormente evolucionan en matices de regaliz para llegar a ese final en el que el sabor a lúpulo inunda la boca con ese amargo sostenido que tanto apreciamos los amantes de la buena cerveza.


Aunque resulta perfecta para acompañar ciertos platos, yo particularmente la prefiero como aperitivo acompañada de alguna conserva premium o incluso a media tarde con un poco de chocolate negro que es una armonía que siempre me ha parecido interesante.


Tengo muy claro que los fines de semana son menos relajantes si me falta mi Cruzcampo Gran Reserva.


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